Se sabe que el miedo tiene la gran función de proteger nuestras vidas pero… ¿Alguna vez has visto que alguien se haya muerto por presentar en público o que incluso lo hayan matado por realizar una terrible y aburrida exposición? Yo no…
Es por ello que te planteo a continuación 5 pasos que pueden ayudarte a presentar en público de manera más relajada. ¿Te animas a seguirlos?
1. Visualizar. Podemos comenzar unos días antes del evento imaginándonos mentalmente haciendo la presentación. Al hacerlo es de gran utilidad utilizar todos nuestros sentidos: observando las imágenes de cómo gesticulamos de forma eficaz, de las caras de interés de nuestro auditorio, del espacio donde vayamos a exponer, etc. Añadiéndole sonidos de, por ejemplo, nuestra voz firme y serena, con el grado de emocionalidad adecuado, la ovación estruendosa de nuestro auditorio, las palabras de felicitación que nos dedican una vez finalizado el acto, etc. Podemos agregar si queremos también sabores y olores. De gran impacto es profundizar en el estado emocional en que viviremos este acto, por ejemplo, entusiasmo, pasión, amor hacia el público, etc que casi siempre va acompañado de las frases que nos decimos a nosotros mismos (ej.: Yo puedo, sé hacerlo, sé que puedo, etc.).
2. Diez minutos antes. Aislémonos en la medida de lo posible antes de comenzar el acto. Es el momento de llevar a nuestro interior todas las visualizaciones y prácticas realizadas hasta el momento. Repitámonos antes de salir a escena aquellas palabras que nos conectaban con el ponente/orador experto. Este tipo de palabras siempre sirven para activarnos y motivarnos. Algunos oradores, en estos momentos previos piensan en su ser más querido y le dedican mentalmente la presentación.
3. Aceptar la tensión. En lugar de querer cambiar la tensión, recomendamos que la aceptes y la conviertas en tu aliada. Numerosos estudios confirman que un cierto nivel de tensión siempre es positivo ante estos actos para que nuestro organismo segregue adrenalina y podamos así impactar con un mayor grado de intensidad en nuestra acción.
4. Respiración profunda. Ahora bien, para que esta tensión no sobrepase el umbral deseado y resulte paralizante, no debemos olvidarnos de respirar. Parece algo obvio, pero lo habitual es que en situaciones de tensión dejemos de respirar y eso hace que nos paralicemos. Respira honda y profundamente y aguantando la respiración con el fin de que nuestro corazón funcione a la velocidad adecuada.
5. Dominio escénico. Antes de empezar a presentar dirige una mirada en abanico que abarque toda la sala. Eso permitirá en gran medida que los murmullos se apaguen y podamos empezar a hablar. Habrá sido el primer acto de dominio sobre el auditorio y nos producirá mayor tranquilidad. Recordemos que en el escenario nosotros somos los líderes y que quien mira primero es el orador al auditorio y no al revés.
Sigue estos pasos, practicalos a menudo y luego de un par de intentos cuéntame si te fueron útiles por medio de un comentario.